Las semillas son un ingrediente práctico y sabroso para incorporar a la dieta cotidiana nutrientes de óptima calidad y fácilmente asimilables. Aportan minerales, proteínas, enzimas, vitaminas y ácidos grasos, a la vez que resaltan el sabor de las comidas. Como por si fuera poco, su lenta digestión es una gran aliada si buscamos perder peso, ya que generan una fuerte sensación de saciedad.

Habitualmente se incluyen en ensaladas y en la cocción de diferentes panes, pero también puedes espolvorearlas sobre cualquier bocadillo, por ejemplo, una simple tostada con queso crema gana mucho en sabor y nutrición si se le incluye unas semillas de sésamo (ajonjolí) como topping o cubierta final. Estas se destacan por su contenido de calcio, lo que las vuelve ideales para fortalecer dientes y huesos.

Las semillas de girasol, por su parte, son ricas en ácidos grasos mono y poliinsaturados, fibra, potasio, fósforo, magnesio, calcio y ácido fólico, nutrientes fundamentales para el funcionamiento del sistema nervioso y muscular. Son ideales para consumir en forma de snack, por su gran tamaño.

La linaza o semilla del lino es otra semilla súper saludable: aporta mucha fibra soluble, que ayuda a reducir las glucemias y el colesterol, y cuidar la salud del intestino. Para aprovechar al máximo sus propiedades es importante molerlas.

Cualquiera sea la semilla de tu preferencia, recuerda que es importante comerlas crudas, porque al cocinarlas pierden gran parte de sus propiedades nutritivas.